Me auto hago propaganda, estoy un poco cansado por ese motivo no estoy posteando mucho,
actualmente trabajo en algo distinto a lo que cualquier cocina puede brindar, catering de filmaciones!!!.
Hace un mes que estoy en esto y es totalmente distinto a lo que se pueden imaginar, les dejo un adelanto mi cocina se encuentra en un obnibus y viajamos por el momento por la ciudad de Buenos Aires a distintas locaciones, hace una semana termino "Amorosa Soledad" de Martin Carranza bajo la produccion de Rizoma film, en estos momentos estamos en "El Raton Perez 2" de Patagonik film. seguimos con High School Musical Argentina y Mexico y posiblemente la Peli de Francis Ford Coppola.
Saludos y Gracias por su Visita
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domingo, diciembre 16, 2007
sábado, diciembre 15, 2007
Una cocina que no utiliza gas, leña ni electricidad
Una cocina que no utiliza gas, leña ni electricidad Un proyecto de investigadores del Conicet y la UNC. Está basado en el aprovechamiento de radiación solar.
SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- Un avanzado experimento desarrollado por el grupo de estudios ambientales del Conicet y de la Universidad Nacional del Comahue, encabezados por el físico Alejandro González y el meteorólogo Ernesto Crivelli, demuestra que el aprovechamiento energético de la radiación solar permite cocinar en un tiempo razonable, aun en esta zona, que es de las más frías de la Patagonia.
La temperatura media anual en Bariloche es de 8 grados, pero incluso en los meses de junio y julio, en condiciones de temperatura y viento invernales y con menos de 3 grados de temperatura ambiente de promedio, los profesionales establecieron que dentro de las cocinas solares el aire alcanzó los 81 grados.
Una cocina solar puede construirla cualquier vecino con cierta habilidad en el uso del serrucho, el martillo y el destornillador, utilizando básicamente un par de metros cuadrados de fibrofácil, un pequeño vidrio, una chapa de hierro de 1 milímetro, cartón corrugado encintado y algunos herrajes, a un costo aproximado de 200 pesos. Después, pueden colocarse en el interior de la cocina solar hasta cuatro ollas negras enlozadas, con tapa de vidrio, de las más baratas que se venden en los supermercados, y preparar casi de todo, salvo frituras y asados.
Un artefacto de este tipo sería de gran utilidad, aseguran los investigadores, para las familias que habitan en parajes de la Línea Sur, donde no hay electricidad, escasea la leña, y las garrafas, por su alto costo, son un lujo que muy pocos pueden permitirse.
El físico Alejandro González experimenta con las cocinas solares en su casa, cocinando y comiendo el pan, el pescado y los guisos que prepara, entre otros alimentos, y a medida que va simplificando los modelos, para hacerlos más accesibles al uso cotidiano, también apunta a su perfeccionamiento, para lograr aprovechar al máximo la energía gratuita y renovable que dispensa el sol.
Si bien ya existe un centro de estudios en Salta, que se especializa en la utilización pasiva de la energía solar, el investigador se manifestó sorprendido por los resultados obtenidos en esta región, con una realidad climática muy distinta. "Hasta me quemé varias veces en los primeros días por subestimar el potencial calórico de la cocina solar", expuso González. "Claro -agregó-, las cosas no humean ni hierven a borbotones, entonces, desde afuera, parece que uno abre, toma con firmeza el mango de una olla y retira el agua para el mate. La primera sorpresa es el calor que sale al abrir la puerta de la cocina solar, la segunda, que la mano no resiste el mango de la olla, y la tercera, que al levantar la tapa el abundante vapor y el termómetro indican cerca de 90 grados.
El diseño de las cocinas solares tipo caja (ver en recuadro) se basa en la intención de acumular la mayor cantidad de energía solar en el lugar donde se colocan las ollas con comida, explica González, y subraya que con el mismo principio se pueden diseñar colectores solares para calentar agua y acumularla en un tanque con aislación. "El calentamiento de la casa con energía solar es también un desafío de diseño de cómo lograr la mayor captación y acumulación, sobre todo en invierno, que es cuando más hace falta", agregó.
SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- Un avanzado experimento desarrollado por el grupo de estudios ambientales del Conicet y de la Universidad Nacional del Comahue, encabezados por el físico Alejandro González y el meteorólogo Ernesto Crivelli, demuestra que el aprovechamiento energético de la radiación solar permite cocinar en un tiempo razonable, aun en esta zona, que es de las más frías de la Patagonia.
La temperatura media anual en Bariloche es de 8 grados, pero incluso en los meses de junio y julio, en condiciones de temperatura y viento invernales y con menos de 3 grados de temperatura ambiente de promedio, los profesionales establecieron que dentro de las cocinas solares el aire alcanzó los 81 grados.
Una cocina solar puede construirla cualquier vecino con cierta habilidad en el uso del serrucho, el martillo y el destornillador, utilizando básicamente un par de metros cuadrados de fibrofácil, un pequeño vidrio, una chapa de hierro de 1 milímetro, cartón corrugado encintado y algunos herrajes, a un costo aproximado de 200 pesos. Después, pueden colocarse en el interior de la cocina solar hasta cuatro ollas negras enlozadas, con tapa de vidrio, de las más baratas que se venden en los supermercados, y preparar casi de todo, salvo frituras y asados.
Un artefacto de este tipo sería de gran utilidad, aseguran los investigadores, para las familias que habitan en parajes de la Línea Sur, donde no hay electricidad, escasea la leña, y las garrafas, por su alto costo, son un lujo que muy pocos pueden permitirse.
El físico Alejandro González experimenta con las cocinas solares en su casa, cocinando y comiendo el pan, el pescado y los guisos que prepara, entre otros alimentos, y a medida que va simplificando los modelos, para hacerlos más accesibles al uso cotidiano, también apunta a su perfeccionamiento, para lograr aprovechar al máximo la energía gratuita y renovable que dispensa el sol.
Si bien ya existe un centro de estudios en Salta, que se especializa en la utilización pasiva de la energía solar, el investigador se manifestó sorprendido por los resultados obtenidos en esta región, con una realidad climática muy distinta. "Hasta me quemé varias veces en los primeros días por subestimar el potencial calórico de la cocina solar", expuso González. "Claro -agregó-, las cosas no humean ni hierven a borbotones, entonces, desde afuera, parece que uno abre, toma con firmeza el mango de una olla y retira el agua para el mate. La primera sorpresa es el calor que sale al abrir la puerta de la cocina solar, la segunda, que la mano no resiste el mango de la olla, y la tercera, que al levantar la tapa el abundante vapor y el termómetro indican cerca de 90 grados.
El diseño de las cocinas solares tipo caja (ver en recuadro) se basa en la intención de acumular la mayor cantidad de energía solar en el lugar donde se colocan las ollas con comida, explica González, y subraya que con el mismo principio se pueden diseñar colectores solares para calentar agua y acumularla en un tanque con aislación. "El calentamiento de la casa con energía solar es también un desafío de diseño de cómo lograr la mayor captación y acumulación, sobre todo en invierno, que es cuando más hace falta", agregó.
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